Este fin de semana, después de más de 20 años de no vernos, me reencontré con mi primo Chris.
Técnicamente es mi sobrino, pero por la poca diferencia de edades --comparados con el resto de nuestros hermanos y primos-- era como mi primo chiquito.
El primito estaba festejando el primer cumpleaños de su hija, que también se llama Juliette; fue una sensación muy emocionante y rara que se juntaran las 3 Juliettes de la familia, mi hermana, mi hija y mi sobrina nieta.
Entra y sale gente de la vida de uno a través de los años; pero de repente es bueno revisitar aquellos momentos.
Lo primero que hizo mi primo fue remembrar de cómo le dejaba jugar con mi castillo del Rey Arturo; yo nomás lo recordaba como el niñito gordito y güerito siguiéndome por toda la casa con una pistolita de agua.
Espero que las Juliettes tengan muchos encuentros a lo largo de sus vidas.
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