24 septiembre 2005

Boobies, Pudor y Violencia

Una de las cosas que más me irritan, además de los inflables navideños en septiembre, las consolas fundidas y los sistemas operativos inestables, es la incongruencia entre las palabras y las actitudes.


Durante mi infancia, mis papás se preocupaban de la violencia que veía en televisión; desde los programas de Ultraman y Ultraseven, hasta el Coyote y el Correcaminos, pasando por la Princesa Caballero, Fantasmagórico, Meteoro, Tritón y alguna otra que se me escapa; sin duda ví cientos, si no es que miles de peleas, explosiones, muertos y magullados.


A los 5 años tuve una revelación: Sophia Loren desnuda en Arabesque (de espaldas a la cámara).


A mi papá le hizo mucha gracia el entusiasmo que mostró su retoño, aunque mis hermanas se preocuparon del ojo clínico tan despierto a tan tierna edad del hermanito.


Raquel Welch y Brigitte Bardot también fueron objeto de mi infantil admiración – no sabía por qué las admiraba, pero qué contento me ponía al verlas.


Cuando cumplí 8 años, pedí como regalo que me llevaran a ver “Tiburón”, y mis hermanas se escandalizaron de que lo que más me gustó fue la parte en que la pierna de una víctima del escualo cae al fondo del mar.
Sin embargo, mi madre había leido la novela, y le inquietaba que fuera a salir en la película la escena de sexo.
Así es, el libro tiene s-e-x-o, y cuando lo leí a los 9 años, dicha escena me aburrió soberanamente.


Cuando lo volví a leer de adolescente, me volvió a aburrir esa parte, a pesar de que para entonces tenía mucho más interés en el tema (sexo, no tanto los tiburones).
La culpa es de Peter Benchley, que no sabe escribir sexy.


Hace unas semanas se repitió la historia en un matiz diferente.
Estaba un grupo de niños con edades entre los 6 y los 11 años viendo la película de “El Cavernícola” con Ringo Starr.
Una persona a quien quiero mucho, armó reverendo mitote en la escena donde Atuk trata de seducir a la esposa del jefe, que quitaran la película, cómo dejábamos que las niñas vieran eso... escándalo.


Fast forward dos semanas, en otra reunión en otro sitio, mismo grupito de niños:

niños - “queremos ver una película”
adulto -“Les pongo Van Helsing
niña 7 años - “ay no, me da pesadillas"
adulto - “pero te gustó cuando la pusimos en la casa”

Mi Sweetie Pie en ese momento encaró a los adultos con “me armas drama con Cavernícola, pero les pones a las vampiresas monstruosas esposas de Drácula, ¿qué onda?”

adulto - “bueno, entonces les pongo Ghost

Sweetie Pie repelando - “¿qué onda? Escándalo con el Cavernícola donde no sale nada de nada, ¿pero está bien que los escuincles vean en glorioso technicolor cómo Patrick Swayze le agarra las nalgas a Demi Moore?”

Adultos calladitos... priceless.


Pareciera que mi generación seguimos preocupados que nuestros bodoquitos no vean una booby o una nalga, pero Ultraman y Wile E. Coyote se encargaron de que nos valga madres que vean luchas, golpes, asesinatos, descuartizados y monstruos.


Claro, no se trata de los mocosos a los 7 años se hayan recetado las de Tarantino y las de Emanuelle, o que vean su primera película de acción a los 18 años.


Se trata de poner las cosas en contexto y tener criterios cerrados o abiertos, pero congruentes en lo que consideras que puede o no puede ver tu hijo, y estar consciente de que hay criterios distintos.


1 comentario:

K4Z dijo...

Mejor dales un libro, solo ten cuidado de que no sea este, http://k4z.blogspot.com/2005/09/literatura.html