28 marzo 2010

Suus Somnium

La nave rugía vertiginosamente por el espacio, esquivando asteroides y naves enemigas, mientras las hábiles manos del piloto recorrían los controles del tablero.

Era el mejor piloto de la galaxia, pero eran demasiados llagunoides persiguiéndolo.
A pesar de sus hábiles y arriesgadas maniobras, ya había recibido tres impactos láser en uno de los propulsores.
¡Oh no! Una fragata estelar apareció repentinamente en el radar, apuntando su rayo magnético a la nave del piloto.

¡José! ¿Sabes la respuesta o necesitas que te repita la pregunta?

La batalla había durado dos días, y se aproximaba su fin, bajo una puesta de sol que teñía el cielo del mismo color de la sangre.

El caballero empuñó con firmeza su espada.  El dragón se movía lentamente, buscando una apertura, esperando que bajara la guardia.

Sabía que muchos caballeros antes que él habían sucumbido ante las fauces del dragón, pero había jurado dar hasta el último aliento para liberar a la comarca del monstruo.

El dragón rugió, arrojando fuego por la boca mientras se abalanzaba sobre el caballero.

¡Pepe! Te pregunté si me compras ese anillo.

El detective privado sacó la última cajetilla de cigarrillos del cajón  superior,  la última botella de whisky del inferior, y estiró las piernas, apoyando los pies sobre el desvencijado escritorio.

Si no encontraba una forma de pagarle a Estrada, sus matones le prestarían una visita para recordarle lo que sucede a quienes no pagan sus deudas.

La puerta de su oficina se abrió lentamente, y entró ella.

Rubia, labios carmesí que combinaban con el entallado vestido que resaltaba su generosa figura.
Se quitó el sombrerito negro y junto con su bolso (también negro) los puso sobre el escritorio del detective, antes de sentarse.

Cruzó una contorneada pierna (medias de red) sobre la otra y miró fijamente al detective, quien no había dicho palabra.

"Necesito descubrir quién asesinó a mi esposo"

Las rubias siempre traen problemas.

¡Pérez! ¿A qué hora me va a entregar ese reporte de saldos?

El pirata gritaba "¡al abordaje!" blandiendo sables y disparando cañones.
El vaquero cabalgaba veloz para ayudar a la princesa que luchaba contra el ogro para salvar a su reino.
El espía conducía su auto-robot-avión-transformador para rescatar al ninja y entre los dos, destruir el laboratorio del malévolo profesor Ivanovik antes de que activara su rayo desintegrador.

¡Abuelo! se hace tarde, ya me tengo que llevar a los niños.
 
 

5 comentarios:

Javier dijo...

Day dreaming anyone?

el7palabras dijo...

Oiga, Wontolla, no sé si me gustó más el cuento por su mención de refilón o porque deveras me identifico con el personaje.
Mire que eso del dei-drimin me posee cada vrz más perro; y ya lo veo venir, "Abuelo.... YA CHINGÁ ¡hazme caso!"
Eso me pasará en un futuro no muy lejano.

Así que salud y celebro que Valle de B no se le haya atravesado -tanto- en la factura del cuento.

Un abrazo.

el7palabras dijo...

Oiga, le quedó bien el espacio. Conserva los colores y todo, pero se ve más "motherno".
Yeah

Lalo dijo...

Wow, una legión entera de mis primos más cercanos. Claro que podría haber un hilo conductor donde Estrada presta dinero a Ivanovik o le manda una legión de llagunoides.

Eduardo Llaguno dijo...

Sin duda los llagunoides son muy peligrosos. Al igual que el malévolo Ivanovik y el agiotista Estrada