19 septiembre 2010

Temblor, hace 25 años

El desconcierto inicial de ¿qué está pasando? a la infusión de adrenalina del ¡está temblando!
No te preocupes, el otro día explicaron cómo está construido este edificio, no va a pasar nada.  Por si las dudas párate junto a la columna.

¿Ya se acabó?  Estuvo duro, pero ¿ves? parece que no pasó nada.

¿Están bien todos?  Las colas en el teléfono público para hablar a casa.  Parece que se cayó una escuela en no sé donde...

Caminando desde la escuela a casa, pasando por División del Norte y Viaducto, todos los vidrios de un edificio, reventados.  No güey, parece que sí estuvo cabrón.

Todos bien en la casa, empiezan las noticias a divulgar la extensión de los daños.

Un amigo y yo ponemos de acuerdo, nos uniformamos y vamos a ver donde podemos ayudar.  Devastación en la Roma y otras colonias que no conocía.   Avenida Chapultepec, irreconocible.

Av. Chapultepec
Foto © Pablo Oseguera Iturbide

Vemos otros scouts ayudando a remover escombros, nos unimos a ellos; minutos después un grito ¡está inestable el edificio!  todos corremos entre la risa que causa el nervio.
Alguien enciende un cigarro.  ¡Pendejos, apaguen eso! ¡hay fugas de gas!

En la delegación Benito Juárez, ayudando a coordinar los albergues.  Una señora preguntando por su hija.  Pruebe en el gimnasio, allí están juntando a la gente para que pasen la noche.  Está muerta, quiere saber dónde la tienen.

Ayudando al Dr. Pérez a separar medicamentos que la gente ha donado.  Fíjate que no haya caducado, esto es antibiótico, aquello una vitamina, esto otro una vacuna; reímos a carcajadas al ver que alguien donó una cajita de testosterona inyectable.

La réplica me agarra en casa de mi novia.  Gritos, rezos, lágrimas.  Colóquense en el marco de la puerta.

De mañana, nuevamente en la delegación, platicando con el socorrista de Cruz Ámbar.
Un dirigente de esa organización nos felicita.  Ustedes son los jóvenes que nuestro México necesita.  Nos sentimos satisfechos.
Llegan unos judiciales.  Hay un preso que está mal y necesita que lo lleven al hospital.  Nos pegamos con el socorrista, pues necesita camilleros.  Bajamos a los sótanos de la delegación.  Dos tipos en mantas en el piso.  El de la izquierda -se ve como borracho, o tal vez drogado- pregunta ¿qué le pasa a mi carnal? ¿qué le van a hacer?  Me acerco al otro, pero hay algo raro en el tipo.  No me atrevo a tocarlo.  El camillero le toma el pulso.  Está muerto.  No parece preocupar demasiado a los judiciales.  Nadie dice nada.

Llego a casa por la noche, mi madre pregunta ¿cómo estuvo?  No puedo hablar, suelto a llorar.  Mi padre despotrica que qué fregados estoy haciendo y otras cosas que no alcanzo a oir, porque mi madre no deja de abrazarme y susurrarme al oído que está orgullosa.  Yo no me siento orgulloso, estoy asimilando todo lo que ha sucedido.

5 comentarios:

LicCARPILAGO dijo...

estaba yo en la fila de castigados de 1o de secundaria por haber llegado tarde ese dia cuando inicio el temblor... habia charcos de agua cuya imagen similar al agua hirviendo se quedo grabada en mi mente mientras corri a abrazar un gigantesco arbol a unos metros del patio principal de mi escuela.

En la entrada hay 25 astas para banderas que cuando acabo el temblor continuaron contoneandose todas juntas en una especie de coreografia bien coordinada.

Cuando llegaron por mi a la escuela como a las 8.30 mi papa me dijo que si habia estado muy fuerte y fue hasta las 14.00 cuando vimos las primeras noticias con tomas desde helicoptero donde pudimos ver las verdaderas dimensiones de lo ocurrido.

Mi padre, medico, fue a ayudar a las carpas de emrgencias que se instalaron junto a los escombros del edificio Nuevo Leon, mi madre preparaba sandwiches y agua de jamaica y yo los repartia entre los voluntarios.



Cuantas cosas me has hecho recordar con este magnifico post mi estimado Won-Tolla. Saludos

Bondarenko dijo...

Yo estaba en Morelia, subiendo a la azotea de la casa cuando se sintio la sacudida. Mas por lo inesperado que por lo fuerte casi me caigo de la escalera.

Fui normalmente a la escuela y empece a escuchar los inevitables rumores:
-Desaparecio el df
-Los muertos son millones
-Se acabo el gobierno, hay que organizar un nuevo regimen.
-El ejercito esta organizando la ayuda

A diferencia de los que vivieron el temblor en el DF, los que estabamos en provincia recordamos la incertidumbre, las preguntas sin respuesta y los rumores.

mas tarde al terminar las "clases" (que mas bien fueron sesiones de rumorologia) llegue a casa donde mi madre y yo vimos, con incredulidad e infinita tristeza la devastación.

Los nombre de los conocidos, de los amigos, de los compañeros de escuela y trabajo que dejamos al mudarnos a Michoacan acudieron casi por si mismos a la conversación.

Despues recuerdo como nuestro telefono empezo a llamar a tanta gente y las respuestas que fuimos recibiendo a lo largo de esa noche y del dia siguiente:

-Gloria, Olga y Marisol, compañeras de trabajo de mi madre que nunca mas pudieron contestar una llamada

-El llanto de Maru cuando nos conto como vio el Centro Medico cayo sobre su novio, cuando ella fue a comprar un jugo.

-La histeria de mi madrina de primera comunion, que no tenia noticias de su esposo. Finalmente aparecio herido, pero vivo.

-La expresion de mi madre cuando mientras trataba de llamar a Tlatelolco y, en la tele, se mostraba la caida de los edificios. Mi madre, anodadada, colgo suavemente el telefono.

Finalmente esa noche no pude dormir y, durante las siguientes semana, los nombres y los recuerdos de mas y mas gente se fueron acumulando.

Gracias por ese excelente post, Wontolla y por permitirme, por unos minutos, recordar a tanta gente que se nos adelanto en el viaje ese dia terrible.

Cecilia dijo...

El sàbado anterior al temblor celebramos el 15 de Septiembre justamente en Tlatelolco en compañía del 31, el grupo Scout al que pertenecía. El 19 después de pensar que me había embriagado con el shampoo porque me alcanzó el temblor en la regadera, salgo a escuchar las noticias y me entero que el Nuevo León se cayó. Más tarde vería imágenes de muchachos del Clan masculino del grupo escalando para llegar a lo que era el piso 13. En este piso vivía el jefe de su Clan, su esposa (vocal del grupo), su hija adolescente (tropera) y Kotick, mi lobato de 9 años. Ellos encontraron al Jefe en lo que fue la puerta de su depto. y al resto de la familia, tres días después a la altura del 3er. piso en las escaleras. Solamente entregaron urnas con sus cenizas. Fui al velorio del Jefe mas no pude ir al de la familia. No atinaba a creer que lo que habìa en esas urnas era el resto de la familia y menos Kotick, ese chiquito grande, glotón a por más y bastante consentido que siempre brindó sonrisas y cálidos abrazos.
Por la noche del mismo 19, el parque que era el local en donde nos reuníamos, parecía más campamento que parque... familiares y miembros del 31 tratando de poner buena cara a lo que era ahora su "hogar" en lo que las autoridades les permitían recoger lo que pudieran e irse a vivir a otro lado en lo que determinaban si era seguro o no continuar en Tlatelolco.
Al día de hoy, muchos han emigrado ya por el terremoto, ya por el temor vivido, a colonias fuera del DF. No tengo mayor contacto con ellos ahora.
Gracias cuñado por tu posteo.

Mauro Mendoza (a.k.a. The Warevamp) dijo...

mas que contarte MI historia (sería muy breve, tenía 4 años -aunque sí recuerdo qué paso ese día-), he felicitar y compartir el orgullo de tu mamá. Esta increíble tu post :)

Lulu de grosella dijo...

Felicidades por tus acciones en esos días, es un post conmovedor.